Hace cien años, Bustarviejo era una pequeña población serrana muy conservadora, así al menos lo demuestran los datos electorales. En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, todos los concejales elegidos fueron monárquicos y en las elecciones generales a cortes de 1933 y 1936, una mayoría aplastante votó a las derechas conservadoras. Solo una pequeña minoría republicana moderada en torno al partido Unión Republicana fue su contrapunto. Los obreros locales no estaban concienciados ni organizados en sindicatos. Miraban de reojo a sus colegas de Miraflores de la Sierra, más activos con sus propias organizaciones y con cierto recelo a los de Colmenar Viejo, la avanzadilla proletaria en esta zona serrana.
El golpe militar del 18 de julio tuvo el efecto de transformar la rutina de todos esos años. Los concejales monárquicos desaparecieron y fueron sustituidos por los pocos republicanos afines de Unión Republicana. Esa gran mayoría monárquica y conservadora replegó velas a la espera de acontecimientos ya que las noticias iban muy deprisa. Se combatía en las cumbres de la sierra pero la suerte estaba echada, Bustarviejo quedaba del lado republicano formando parte de su retaguardia.
Pero fue una retaguardia revolucionada. En muchas localidades cercanas, (Colmenar Viejo, Miraflores de la Sierra, Torrelaguna…) los comités locales fueron lo que llevaron la iniciativa, es decir los miembros de los sindicatos UGT y CNT. Pero en Bustarviejo, el comité local no era más que los antiguos concejales de Unión Republicana hasta que en agosto un hijo del pueblo que trabajaba en Madrid, Juan Vallejo, llegó al pueblo para montar la UGT y controlar la situación. Esta noticia no le gustó a José García Pascual quien ideó con la ayuda inestimable de otro hijo del pueblo pero trabajador en Madrid, Enrique Pascual Velasco, crear la CNT para contrarrestar los posibles efectos controladores de la UGT. El dicho Enrique Pascual era militante de CNT desde 1932, trabajaban en gráficas en Madrid y conocía perfectamente el ambiente libertario de la capital.
Entre ambos fundaron la CNT en Bustarviejo para rellenar el hueco sindical inexistente en Bustarviejo hasta ese momento. Pero sobre todo con la intención de servir de freno a la iniciativa de Juan Vallejo de crear la UGT local. La intención de José García Pascual era muy clara: defenderse del miedo que podría generar una UGT desbocada porque tanto José como otros más eran vecinos derechistas tenía muy clara su objetivo: intentar salvarse poseyendo el carné de la CNT. Y eso lo sabía perfectamente el anarquista Enrique Pascual Velasco pero entendió que los derechistas de Bustarviejo estarían controlados y, por lo tanto inofensivos, bajo el paraguas de la CNT.
Quién realmente controló la situación fue José García Velasco. Fue el detonante de la detención del contrincante Juan Vallejo por parte de las milicias anarquistas de Ventas y de su eliminación física. Tuvo el campo libre para actuar. Como secretario de la CNT, podía llevar a efecto su estrategia de defensa de los vecinos derechistas locales ante las embestidas de las milicias que pasaban por el pueblo en busca de justicia revolucionaria.
Lo que no pudo evitar que la afiliación al sindicato de un grupo de jóvenes de la localidad que vio en el sindicato la oportunidad de vivir algo diferente como realmente se estaba viviendo en esos momentos. Tener un arma, controlar las calles y los cruces de las carreteras, incautar los bienes de los derechistas que habían abandonado sus propiedades para huir del otro lado de la sierra, sentirse útil en esos momentos de incertidumbre fueron unos alicientes más que sobrados para una juventud que pasaba escasamente de los veinte años. Allí estuvieron Cipriano Serrano Martín, Julián Martín Pérez, Ángel Plaza Baonza y Santos Santos Díaz.
Quién no entendió de estrategias tras la creación de la CNT fue el padre del secretario José García, Matías García, quien le recriminó su actitud y la de todo el grupo, provocando altercados violentos en la sede del sindicato. Después de su inmediata huida al monte, fue perseguido por un grupo que le alcanzó y le asesinó. Su hijo, que no supo nada salvo la noticia de su muerte, entró en depresión y en la primavera de 1937, abandonó el pueblo para juntarse con las tropas franquistas en la zona de Segovia y servir de enlace entre una zona y otra. No fue para menos, toda su estrategia se vino abajo con esta muerte no deseada.
En septiembre de 1936, el cura de la localidad que había sido ocultado en casas particulares de los republicanos locales en los primeros momentos, se refugió en Madrid pero fue denunciado y encarcelado por las milicias anarquistas de Ventas. Fue traído hasta a las afueras de Miraflores de la Sierra, ya en término de Bustarviejo y entregado a los jóvenes de la CNT del pueblo y, entre unos y otros, fue asesinado en el campo.
A partir de 1937, una vez los comités locales se reconvirtieron en consejos municipales bajo el control del Estado republicano en guerra, la CNT tuvo su representación en el mismo, así como la UGT y los demás partidos que se crearon después del 18 de julio. Participó de la gestión municipal y del abasto a su población, muy aumentada por la presencia de refugiados y militares. Ya había pasado los tiempos convulsos del periodo revolucionario de los primeros momentos después del golpe militar.
La justicia franquista se encargó de castigar a estos jóvenes de Bustarviejo de la CNT con el fusilamiento en el cementerio de la Almudena para Cipriano Serrano Martín, Ángel Plaza Baonza en 1940 y Julián Martín Pérez en 1943 mientras que Enrique Pascual Velasco fue condenado a 30 años de cárcel y Santos Santos Díaz, liberado en 1941 y pero condenado de nuevo a 3 años por pertenecer al maquis.
Finalmente, José García Velasco fue absuelto del tribunal militar, no podía ser de otra forma y curiosamente no volvió a residir a Bustarviejo, eligiendo Chamartín de la Rosa.
Si quieres saber más, puedes consultar nuestro libro “La sierra convulsa” (2015).
Roberto Fernández Suárez